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Más allá de un hospital

Autor: ANDREA PADILLA FRUTOS
Centre: COL.LEGI SANT GABRIEL VILADECANS
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La idea inicial de mi Trabajo de Investigación era la de tratar de explorar y de reflejar el mundo que se esconde tras el lúgubre lugar que solemos imaginar cuando pensamos en un centro hospitalario. Quizás resulta complicado definir mi hipótesis, pero desde el principio quise trabajar un tema social y este me pareció innovador y, a la vez, un reto personal. Mi idea de partida era crear un puente entre el mundo corriente, nuestro día a día, y las experiencias que se viven en un hospital, aquello alternativo a la ciencia que juega un papel crucial en las vivencias de las personas que pasan por allí. Fue difícil; un tema amplio y ambiguo, pero la elección del hospital maternoinfantil Sant Joan de Déu para trabajar fue clave en mi Trabajo de Investigación e introspección.
Para elaborar mi trabajo planteé aquello que quería tratar y fue difícil hacer una selección ya que todo lo que sucede en un hospital está relacionado. Es por ello que decidí realizar un esquema, una lluvia de ideas después de haber leído una gran cantidad de información, de una forma artística y particular. Este esquema adoptó la forma de un árbol, un elemento sencillo y práctico para explicar aquello que quería mostrar y, además, acabó siendo el índice de mi trabajo.
Una vez delimité los puntos que quería explicar, me establecí diferentes metas pensando en el tiempo que cada aspecto del trabajo me iba a llevar, en la selección de información, la redacción… Y no podía olvidar algo que consideraba fundamental, una parte práctica, realizar aquello que me permitiera adentrarme en este curioso “mundo” al que la vida me había acercado tiempo atrás. Sabía que quería explicar la historia de este lugar tan particular, las terapias que allí se realizaban, el voluntariado, las formas de ayudar… Sabía que quería dar un gran mensaje. Di vueltas y en ocasiones fue complicado, pero he de decir que mi tutora del trabajo siempre estuvo para aportar ideas y para realizar un buen seguimiento y, además, me recomendó un libro titulado “El caballo de miguel”, redactado por Belén Roldán y Tina Parayre (coordinadora del Departamento de Voluntarios de Sant Joan de Déu), que fue la clave para adentrarme y conocer más la importancia de lo que allí se vivía. Con la mentalidad de empapar mi mente de las increíbles emociones que sentía a medida que aprendía más sobre lo que estaba trabajando, decidí hablar con alguien que pudiera aportarme más conocimientos o pudiera explicarme su experiencia y, aunque iba a ser muy difícil, sabía quién iba a ser la persona perfecta: Diana Nin. Es trabajadora de Obra Social (organismo que trabaja para Sant Joan de Déu) y madre de Eduard Frutos Nin, un niño que padeció cáncer y falleció, pero que dejó una huella imborrable en los demás, que encauzó la vida de su madre, Diana, e impulsó a su prima a realizar este trabajo y a contar hoy esta historia.
Diana fue una fuente de información enorme y me llevó al hospital maternoinfantil a realizar una visita increíble, mostrándome la importancia de cada objeto, cada espacio y cada labor de las personas. De allí y de mi pequeña experiencia intenté capturar la esencia de mi trabajo, para dar a conocer un mensaje que llevaba dando vueltas en mi cabeza mucho tiempo. Este cúmulo de sentimientos, personas y experiencias permitieron plasmar lo que se esconde más allá de un hospital.
Las conclusiones de mi trabajo han ido mucho más allá de lo que esperaba. Creo que he conseguido superar mi mayor objetivo: dar a conocer el mundo del Hospital con todo el amor que allí se profesa y con todo el dolor que se vive en muchos de los casos. Además de descubrir la importancia de muchos valores o detalles a los que diariamente no prestamos atención, he podido aprender los beneficios que aporta cada acción que se realiza, por pequeña o insignificante que parezca. No tan solo son mensajes o conclusiones que se explican fríamente, sino que se viven desde el corazón de las personas, desde la parte emotiva que muchas veces tendemos a rechazar en ciertos ámbitos, esa fracción que reservamos para nosotros pero que, al compartirla, adquiere un valor mucho mayor. He aprendido mucho, pero también he reflexionado tratando el paralelismo de la vida en un hospital y en el mundo corriente, pensando en lo que nos mueve a las personas, en el ejemplo que damos o la importancia que mostramos al ser como somos individualmente o en organizaciones mayores. Estamos en una sociedad que viaja deprisa porque no tiene tiempo. Estamos en una sociedad que valora aquello que se puede medir y cuantificar, como los minutos, como las notas que nos aterran, preocupan o que se supone que deben describir cómo es una persona. El mundo visto desde la vida en el hospital me ha hecho pensar por un segundo cómo se debe explicar aquello que sucede cuando el tiempo se congela y que no puede medirse de ninguna forma; pero que, sin embargo, sigue siendo importante, sigue siendo la fuente de vida de los que allí se encuentran o de los que por allí pasan. Son conocimientos, experiencias y sensaciones lo que he querido transmitir, y ni se miden ni se cuantifican, tan solo se deben vivir.